El motivo que llevó a almacenar ingentes cantidades de explosivos en la Base de Defensas Submarinas de Cádiz fue el temor a una invasión aliada de Europa a través del Estrecho de Gibraltar durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno español se había posicionado claramente a favor de las potencias del Eje, por lo que tras la derrota del ejército alemán en el norte de África, y dado que España carecía de una Marina moderna y suficiente, la única estrategia posible frente a un ataque exterior tenía que ser de carácter defensivo.
Juan Cervera y Gonzalo Díaz son los encargados de elaborar un anteproyecto de minado de las aguas del Departamento Marítimo de Cádiz, en el que calcularon que serían necesarias unas 16.000 minas submarinas.
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