A finales de los años 70 del s. XX, en unas dependencias de la Escuela de Suboficiales de la Armada en San Fernando se hallaban arrumbados sobre unas estanterías viejas unos papeles relacionados con la Explosión de Cádiz. Como muchos otros documentos y libros militares corría el peligro de que fueran a parar a la basura en uno de estas «razias» de limpieza que a veces nos dan a todos para dejar espacios limpios y despejados. El teniente coronel José Carlos Fernández los rescató de su más que previsible desaparición y hoy por hoy podrían ser los únicos documentos originales supervivientes de la investigación militar y que podrían haber formado parte de la causa 197/47.
Entre estos papeles habían sendas listas nominales de heridos y fallecidos y un sobre con diversas fichas aclaratorias sobre la identidad de algunos fallecidos. Sobre este sobre estaba escrito literalmente lo siguiente: «Muertos sin certificados de actas de defunción y otros para aclaraciones. Fueron entregadas al capitán Melero el día 21 de septiembre de 1948». La fecha es muy interesante, ya que demuestra que un año después de la catástrofe aún seguían existiendo dudas sobre la identidad de algunos fallecidos, además de la evidente falta de coordinación entre la Armada, el Juzgado de Cádiz y el registro de inhumaciones del cementerio de San José.
En las fichas siguientes se observará, como aspecto a destacar, que la mayoría de los niños de la Casa Cuna fueron identificados por Sor Gloria Ramos Limones, que resultó milagrosamente ilesa de la tragedia y que días después, a pesar de su estado de conmoción, tuvo que ejercer la traumática tarea de identificar a los niños del hogar que habían sido sus pupilos. Décadas después de la catástrofe nadie se acordaba de ella, a pesar de que la ciudad tiene una deuda de reconocimiento pendiente hacia ella.