Cuando ocupó el cargo de Ministro de Marina en 1945 sustituyendo a su antecesor Salvador Moreno Fernández, la minas ya habían sido depositadas en Cádiz. Sin embargo tuvo dos años para haber alejado de la ciudad de Cádiz el peligro que le habían estado anunciando desde el Departamento Marítimo de Cádiz.
Al producirse la explosión, Franco le encomendó volar hacia la zona siniestra en un avión de las Fuerzas Armadas desde San Sebastián hasta Jerez para hacer una valoración de la catástrofe e informar posteriormente al dictador. Tras llegar a Cádiz y supervisar la Base de Defensas Submarinas, los astilleros y el barrio de San Severiano tuvo un fuerte desencuentro con el general Varela, quien le reprochó abiertamente la responsabilidad del siniestro y su escasa sensibilidad con las víctimas y con la ciudad. Tanto es así que ni siquiera se quedó para presidir la misa en recuerdo de los difuntos celebrada el día 21 a las doce de la mañana en la parroquia de San José. Una hora antes, su avión despegaba de Jerez con destino al Palacio de Ayete.
«¿Que esto es una exageración? ¡Usted es un cabrón, señor ministro!», llegó a espetarle Varela delante de varios testigos.