El 20 de enero de 1948, el Auditor del Departamento, Agustín Vigier, remite un escrito a la Superioridad, indicando que por su parte no existe ningún obstáculo para que se abonen los salarios correspondientes al marinero fallecido Andrés Sánchez Orozco a sus familiares. Impresiona especialmente la frase «…no sólo existen indicios tan vehementes que producen la certeza moral del óbito…». Andrés Sánchez Orozco era uno de los dos centinelas que había en el almacén de minas núm. 1 en el momento de la explosión.