Con este segundo capítulo se continúa el relato iniciado el aniversario pasado sobre la asistencia prestada a la población gaditana por la Sanidad de la Armada, tras la trágica explosión acaecida en la noche del 18 de agosto de 1947 en la Base de Defensas Submarinas.
Como ya se expuso entonces, los servicios sanitarios de nuestra Marina de Guerra, tanto los de las dotaciones de los buques fondeados en la Bahía de Cádiz como los de las instalaciones de tierra, acudieron al inmediato auxilio de las víctimas.
Nuevamente, gracias a la documentación inédita que supuso el cumplimiento de la orden general núm. 236, de 23 de agosto de 1947, dictada por el almirante Rafael Estrada Arnaiz, capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, puede continuarse conociendo quienes fueron y que es lo que hicieron tras la explosión. Ya se abordó la asistencia prestada por el personal sanitario del cañonero Cánovas del Castillo y el crucero Méndez Núñez, así como el procedente de San Fernando, desde el Tercio Sur de Infantería de Marina, del Cuartel de Instrucción de Marinería, del arsenal de La Carraca y del Polígono de Tiro de Fusil. También se puso en valor el apoyo sanitario y logístico prestado desde el hospital de Marina de San Carlos y La Carraca a los hospitales civiles capitalinos de San Juan de Dios y de Mora así como a los puestos de socorro que se habilitaron en la barriada de San Severiano.
De gran interés siguen resultando los informes inéditos pormenorizados que redactaron los diferentes mandos de la Armada sobre la actuación de todos y cada uno de sus jefes, oficiales y suboficiales. Mención especial merece el emitido el 25 de agosto de 1947 por quien más se destacó heroicamente al frente de sus hombres en la extinción del fuego que podía provocar una nueva, terrible y devastadora explosión: el capitán de corbeta Pascual Pery Junquera, comandante del cañonero Calvo Sotelo. En su minucioso informe se refiere ampliamente al sanitario 1º (asimilado al empleo de brigada) Manuel del Cerro Beriquistáin, perteneciente a la dotación de dicho buque desde noviembre de 1940.
En el momento de la explosión se encontraba en San Fernando, presentándose inmediatamente en Capitanía General donde se le ordenó que se pusiera a las órdenes del comandante médico Manuel Pérez Pujazón y del médico civil Joaquín Pece Muñiz, prestigioso facultativo de la Sociedad de Construcción Naval y de la Beneficencia Municipal en San Fernando, que actualmente da nombre a un centro de salud de dicha localidad. El primer cometido que se le encomendó fue desplazarse en un coche, que pusieron a su disposición, hasta el hospital de San Carlos, con el fin de recoger material de curas de urgencia.
Una vez cumplimentado volvió a Capitanía, donde desde el Estado Mayor, cuyo jefe era el capitán de navío José Cervera Tribout y su 2º jefe el capitán de fragata José Noval Bruzola, se le ordenó que se presentase en el ayuntamiento de Cádiz para recibir instrucciones. Allí se le dijo que se pusiera a disposición del capitán médico de la Armada Jaime Guerrero Castro, destinado en La Carraca, junto al cual se fue al hospital de Mora, donde se ocupó de la evacuación de heridos y algunas curas de urgencia.
Seguidamente se trasladó hasta San Fernando en una ambulancia con seis heridos al hospital de San Carlos, en compañía del médico civil Eugenio Pérez Gener, cuyo nombre ostenta actualmente el centro cívico de la barriada de La Ardila en San Fernando. Concluido ello, regresó al hospital de Mora en compañía de unos marineros a los que requirió para que le ayudasen a buscar camiones y hacer una nueva evacuación de heridos, los cuales fueron trasladados al puesto de la Cruz Roja de San Fernando.
Concluida esa misión, el suboficial del Cerro, marchó nuevamente a capitanía, donde se le ordenó que permaneciese allí en espera de nuevas instrucciones. Finalmente, en la mañana del día siguiente, 19 de agosto, se le autorizó a regresar al Calvo Sotelo, donde se presentó al capitán de corbeta Pery.
En relación al comandante médico Pérez Pujazón, hay que significar que había ascendido a dicho empleo el 30 de septiembre de 1946, cuando se encontraba destinado en el Centro de Instrucción de Marinería del Departamento de Cádiz. El 31 de octubre siguiente se había dispuesto su destino, con carácter forzoso, a la Asistencia de Personal del de Cartagena, siendo además nombrado interinamente secretario de la Jefatura de Sanidad de este último Departamento Marítimo. Dado que el 3 de febrero de 1948 se dispondría su destino a la Asistencia de Personal del de Cádiz, es de suponer que en la noche de la explosión tendría nombrada una comisión de servicio o se encontraba circunstancialmente por alguna otra causa en nuestra provincia.
Por otra parte, el comandante director de la Escuela de Suboficiales, capitán de navío Faustino Ruiz González, informó el 29 de agosto, al dar cuenta de la actuación de sus subordinados, que el comandante médico José Benavente Campos, por orden del almirante jefe del arsenal de La Carraca, Fausto Escrigas Estrada, se trasladó al ayuntamiento de Cádiz en unión de otros facultativos.
Desde allí se presentó en la barriada de San Severiano, que estaba devastada, en unión del también comandante médico Antonio Ruiz Lara, del Centro de Instrucción de Marinería, cuyo comandante era el capitán de fragata Adolfo Baturone Colombo. Sobre las cinco horas de la madrugada del día 19, al haber disminuido el contingente de heridos, recibieron la orden de regresar a San Fernando para continuar prestando sus servicios en el hospital de San Carlos.
El capitán de navío Ruiz también relató en su informe las vicisitudes del capitán médico Juan Roquette Igueravide. Éste se presentó al comandante de Marina en Cádiz, capitán de navío José Dueñas Ristori, y en unión del capitán médico del Ejército de Tierra Sebastián Martínez de Pinillos Sobrino, destinado en el Regimiento de Infantería Cádiz núm. 41, y del médico civil Juan García Sánchez, procedió a las curas de urgencia que les fueron llevados al puesto socorro habilitado en la barriada de San Severiano. El jefe de Estado Mayor del Departamento, capitán de navío Cervera, acompañado del capitán de fragata Manuel José Lahera de Sobrino, que estaban recorriendo la zona devastada por la explosión, le ordenó continuar allí. Al amanecer montó servicio de guardia sanitaria con otros médicos de la Armada en el interior de la Base de Defensas Submarinas.
Prosiguiendo con el informe del comandante director de la Escuela de Suboficiales, también se refirió tanto al teniente de Sanidad Francisco García Peña como al sanitario mayor (asimilado al empleo de alférez) Andrés de Arcos Ruiz que pasaron a prestar sus servicios al hospital de San Carlos.
Igualmente puso en valor a los alumnos de Medicina que estaban realizando su servicio militar obligatorio en la Milicia Naval Universitaria, mencionando expresamente a los apellidados Domenech, Pastor, Cerrada, Subías y Ortega, así como al cabo 1º sanitario Sánchez de la Campa. Todos ellos se trasladaron a prestar su servicio en los puestos de socorro de San Severiano.